20.10.10

¿Crees que soy lo que parezco?

¿Me conoces?, ¿no?. Pues no me juzgues, gracias. Si miras lo que parezco ser, entonces mirarás cómo eres tú; no cómo soy yo...
¿Parezco lo que soy?, ¿o soy como parezco? Soy como soy. Y ni tú ni nadie va a decirme cómo debo ser...
¿Cada uno presume de lo que carece? Aplícate el cuento...

3.10.10

Hablar o no hablar, no existe charlar.

-¡Hola!
-¡Hola!, ¿qué tal?
-¡Bien!, ¿y tú?
-¡Bien!, me alegro.
-Y yo por ti.
Y 20 minutos después sigue igual, sabiendo que no va a pasar nada, ni un te quiero, ni un te odio. Ni un te echo de menos, ni un no quiero volver a verte.
¿Qué demonios pasa? ¿Me vas a negar que aún no me quieres? ¿Vamos a seguir así?
Te haces daño, me haces daño. Me hago daño, te hago daño. Nos hacemos daño. Mutuamente.
Hablar o no hablar, esa es la cuestión. Shakespeare se equivocaba. Se puede ser y se puede no ser.
Pero no hay daño de por medio.
¿Qué es más doloroso?, ¿hablarte sabiendo que no va a pasar nada, y recordármelo cada instante?, ¿o no hablarte, y echarte de menos y necesitarte cada vez más?
Déjamelo claro. Quiero directas, no indirectas.