30.10.16

Caer

Cayó por su propio peso. Como todas las cosas que se construyen sin cimientos. Cayó porque aquello no había quien lo sujetara. Por mucho que nos cargáramos a hombros una responsabilidad que nos habíamos creado. Cayó. Por su propio peso.

Porque si no había base, el castillo de naipes que me empeñé en construir no necesitaba de un soplo para desplomarse. Ni de un soplo, ni nada. Ni una simple sacudida. Por su mera existencia estaba destinado a caer.

Porque sin algo sobre lo que apoyarse, dime dónde querías que pusiera los pies. Si no tenía suelo, ni cielo. Si por no tener, no tenía ni pies.

Así que cayó, y como no tenía dónde apoyar las piezas, dónde reconstruirlo. Lo dejé caer.